viernes, 2 de febrero de 2007

Marissa Nadler: La magia de una vampiresa del folk





 
Tras vivir un 2006 vertiginoso, que ha incluido actuaciones en EEUU, México, Australia, Reino Unido, Francia, Bélgica e Italia, Marissa Nadler, la nueva sensación del neofolk mundial, tomó la decisión de despedir el año con una rápida gira española. El breve periplo se inició el pasado 27 de diciembre en Madrid, en el Rincón del Arte Nuevo, el local más emblemático de la música en directo de la capital de España, y pasó también por Castellón y Barcelona.
En su primera noche ante el público español, Marissa convenció a una audiencia que esperaba mucho de ella, tras haber escuchado canciones de sus dos primeros y laureados discos en algún programa de radio. Se trata de “Ballads of living and dying” (que incluía una canción basada en un poema de Pablo Neruda) y “The Saga of Mayflower May”, trabajos que obtuvieron una calificación de cuatro estrellas de los modernísimos críticos de la revista Uncut. La misma publicación que bautizó a la chica con el sobrenombre de “vampiresa del folk” y emparentó el dulce encanto de su cancionero trágico con los aires cabareteros de Marlene Dietrich.
Pero no hubo mucho de la artista alemana en el repertorio que la Nadler ofreció en el Rincón. Fue más bien un recorrido suave por un mundo propio, absolutamente folkie, coherente y puro, en el que quizá sobró alguna reminiscencia innecesaria de la vieja y superada new age.
Y ¿qué otras características tiene esta frágil chica de Massachussets que encantó a la crítica parroquia del Rincón?
Unos cuantos puntos favorables. Además de su su voz dulce y aguda de brujita buena, Marissa suele frecuentar con su guitarra el agreste territorio de las afinaciones abiertas de ascendencia céltica. Un sonido mágico y metálico que los habituales de este local madrileño de la Calle Segovia han tenido ocasión de disfrutar muchas veces de la mano de José Luis Espinosa, el elegante músico de Toledo que forma parte de la nómina de fijos de la casa.
Como él, la bostoniana se defiende con destreza en el ancestral estilo "clawhammer". Una forma de tocar la guitarra que convierte la mano derecha en generadora de bajos constantes y gomosas melodías de acompañamiento.
Con esas y otras armas, durante su actuación en el Rincón, Marissa Nadler desgranó un buen puñado de canciones que tratan asuntos duros con melodías ligeras, temas que hablan de la muerte, el desamor o la guerra. Los mismos que han sido considerados por la crítica anglosajona como la nueva revolución de un género que ha cobrado vitalidad y audiencia por el impulso de otras luminarias ilustres como Davendra Banhart.
Un estilo que, muy probablemente será la próxima parada de algún artista siempre pendiente de situarse muy cerca de las últimas modas. Como el inefable Bunbury que ya indicó en parte sus intenciones al seguir uno por uno todos los conciertos que dio Bob Dylan en su última gira española.
Nadler, también mostró otros ecos, los de la canadiense Loreena McKennitt, o los que la emparentaban con los inicios del folk británico de los sesenta y el trabajo de tipos como el Al Stewart anterior al éxito de “The Year of the cat”, los Pentangle o los Fairport Convention. Y para disipar todas las dudas que pudieran quedar, esta druida extrajo de su marmita en los bises una delicada versión del "Suzanne" de Leonard Cohen, que terminó de situarla en el tiempo como parte de la última oleada de una tradición musical antigua.
Antigua, pero con una total proyección de futuro que, las vueltas que da la vida, la convierten ahora en el último grito del carnaval de las tendencias. Y, como tantas otras veces en los últimos 27 años, el público madrileño del Rincón del Arte Nuevo ha tenido antes que nadie la oportunidad de ver en directo un anticipo genuino de lo que vendrá. El resto del mundo tendrá que esperar a que Bunbury termine sus clases aceleradas de fingerpicking.

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